Últimamente se habla mucho de la palabra píxel o píxeles. Viene de la palabra Picture Element y hace referencia al elemento de una imagen. Para ser más exactos, es cada uno de los puntos que forman una imagen gráfica. Las imágenes digitales que solemos ver en el ordenador están compuestas por millones de píxeles. Al ampliar la imagen con cualquier programa, podemos ver que se va descomponiendo en muchos puntos a medida que la agrandamos o acercamos. Si observamos una imagen, desde una distancia prudente, los puntos o píxeles visualmente desaparecen, aunque siguen ahí.

El pixelado es fundamental a la hora de imprimir cualquier imagen, si son muy escasos, la imagen queda con una resolución muy pobre, dejando un resultado de mala calidad y con poca definición sobre todo en los contornos. Por otro lado, si contamos con una imagen con una cantidad de píxeles elevada, obtendremos una imagen con una mayor calidad y resolución, sin temor de que se pierdan detalles, sobre todo es bueno si queremos imprimir esa imagen a gran escala, obviamente, cuantos más píxeles mejor. Para una impresión de calidad, debemos fijarnos que la imagen tenga por lo menos 300 ppp. Estos conceptos se deben tener en cuenta cuando se imprimen imágenes.

El problema de las imágenes con mucha densidad de píxeles es que ocupan mucho más espacio en el disco duro de un ordenador. Pero si se quieren fotos de calidad, los píxeles importan.

La conclusión que podemos sacar es que, a la hora de imprimir nuestras fotos, realmente nos debemos fijar en los píxeles si vamos a imprimir una fotografía en un tamaño más grande, como un “din a4”. Si lo vamos a hacer en las medidas normales de 10×15 para guardarlas en los álbumes fotográficos tradicionales no es necesario tanta resolución.

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